Que la cueva de Víctor Nieto y Marisa Montaña es bien aprovechada lo demuestran las numerosas firmas y dedicatorias. Las hay también en latín y en alemán, estampadas en la tinaja del gasto. “Toco la historia, huelo el tiempo, veo el trabajo, oigo el pasado y saboreo la amistad”, escribió alguien en una frase que encierra muchas verdades sobre el encanto y esencia de estas singulares construcciones que hicieron grande a Tomelloso.

Bajamos por una recta y larga escalera. En lo que fue una fresquera se conserva un caldero de cobre y por arriba, la escalera está abovedada con un arco de medio punto.

Es una cueva redonda en todos sus niveles: las ocho tinajas de cemento actuales, o más bien las siete y media que decían los primeros propietarios, al ser la tinaja del gasto de menor capacidad que las otras, están colocadas circularmente; el empotre también presenta una forma esférica, y más arriba encontramos el desgarre circular de la cueva por donde introdujeron las tinajas de barro originales.

Las actuales tinajas tienen una capacidad de unas 400 arrobas (6400 litros aproximadamente cada una).

Pintadas en blanco, añil y detalles amarillos que conforman un elegante cromatismo.

Llama la atención el techo que presenta una superficie irregular porque está en la pura tosca o roca.